Visita a Bodegas Hidalgo-La Gitana.

30.11.2020

"Esencia de la Manzanilla y el poeta de Bonanza"

Martes de julio en Sanlúcar para visitar una de las emblemáticas bodegas del Marco de Jerez, flanco Oeste del Triángulo de Jerez, cuna del velo de flor y del más fino y delicado de los vinos jerezanos, la manzanilla.

Nueva experiencia para mí la visita a una bodega sanluqueña, Hidalgo- La Gitana, una de las más emblemáticas bodegas del barrio bajo de Sanlúcar de Bda., que, como muchas del Marco, es de origen castellano, de familia del norte de España, concretamente de origen cántabro, que llegan al paraíso con el fin de comercializar el vino de Jerez en sus más bajos momentos, a finales del siglo XVIII.

La calzada, barrio bajo de Sanlúcar, donde antes llegaba el caudal del río, que provoca unas condiciones de humedad inigualables. Cercana la entrada a la Plaza del Cabildo y con una localización de frecuentes corrientes de levante y poniente, que le ofrecen gran carácter al vino, a la manzanilla en particular.

Escogí por teléfono la visita guiada estándar, de 14€, que supone bastante generosa en cuanto a cantidad y calidad de los vinos ofrecidos durante la visita. Consta de la visita guiada como tal, de una duración de aproximadamente una hora, en la que se van catando los vinos sobre la marcha dentro de la bodega. El precio de la visita incluye la cata de 6 vinos (uno de ellos - la manzanilla - en rama). En este punto me he de detener para decir que me pareció muy curioso el "yo me lo guiso yo me lo como" del guía, el cual se encarga de descolgar el teléfono, concertar la visita, cerrar los grupos y hacer la visita. 

La visita comienza en un patio típico bodeguero, reformado con una barra americana a modo de entrada al restaurante que tiene la bodega con el mismo nombre, que queda en el horizonte conforme entras en dicho patio (cerrado los lunes). En aquel patio se ofrece al visitante manzanilla la gitana antes de comenzar el recorrido y mientras, Víctor- el guía - introduce la visita, medidas Covid-19 mediante, y explica en que va a consistir el recorrido. Jorge, a caballo entre guía turístico y poeta de Sanlúcar, enganchó a los visitantes con artes más propias de un juglar medieval que del oficio de enoturista.

Hidalgo la Gitana es una bodega sanluqueña que nace o se funda en el año 1792 de manos de Don José Pantaleón Hidalgo con orígenes, como he comentado anteriormente, cántabros. Adquiere la propiedad de la bodega y sus activos de Roque Bejarano, una pequeña bodega almacenista. Aunque no es hasta bien entrado el siglo XIX cuando la compañía comienza a ganar terreno en el mercado, hoy en día es una de las manzanillas más conocidas del mundo, y con más importancia en el Marco de Jerez, tanto por su llamativa historia como por su calidad.

Según la leyenda, el nombre de "Manzanilla La Gitana" se remonta a finales del XIX en Sanlúcar de Barrameda, donde un tabanco en el que se expide el vino de Hidalgo es regentado por una gitana malagueña. Este vino, poco a poco sería conocido por "el vino de la gitana", de ahí que, cuando la bodega empieza a comercializar el vino embotellado, tomara este nombre tan popular y conocido en la localidad.

Bodegas Hidalgo La Gitana | Brandy de Jerez

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A la izquierda conforme se accede al patio, cito textualmente: "las escaleras al paraíso", de la bodega o, como lo conocemos, la sacristía. Iníciese el periplo poético de este señor. En la sacristía, visto dese el exterior, un salón con una antigua mesa de madera donde se disfruta de la cata de la visita de los VORS. Conocidos vinos de alta calidad como VORS Napoleón o VOS Wellington, entre otros.

Copa en mano, continúa la visita accediendo al primer casco bodeguero, el cual cruzamos para llegar a un pasillo sombreado con una parra antiquísima que acoge todo el suelo empedrado hasta desembocar en un patio, donde se encuentran rodeándolo las oficinas de la compañía. En ese pasillo dejamos a la izquierda conforme lo cruzamos una pequeña sala, en la cual entramos para observar el retrato de "La Gitana" y allí disfrutar de la explicación de Víctor sobre su historia, comentada anteriormente. Allí mismo nos da unas pequeñas pinceladas sobre las generaciones de la familia y sus relaciones comerciales, personales, y no tan personales. En dicho salón, dividido en dos salas, se conservan documentos de exportación, libros de cuentas y sumarios desde el inicio de la compañía.

Entre rimas y poemas que sueltan la información recogida en el guion de la visita, con el toque "Victoriano" y siempre centrados en la manzanilla de Sanlúcar, cuenta de forma clara y concisa, aunque algo acelerado para mi gusto, bicentenaria elaboración de los vinos de Jerez, sus características y sus peculiaridades, para abrirnos con gusto el paladar y dirigirnos a la siguiente copa de la visita, la manzanilla "La Gitana", ahora en rama.

Entre largos pasillos de botas, altos techos y ambiente húmedo, desembocamos en la pared donde está seleccionada la bota para venenciar la manzanilla. De lado a lado del casco, diez andanas dobles entre un pasillo, de cuatro alturas y dejando al fondo una andana corrida donde se situaba la bota de manzanilla a catar. Detalle bonito que da a conocer las entrañas del Marco de Jerez el hecho de venenciar una de las copas que ofrecen en la visita, aunque - como percepción personal - sospecho que aquella manzanilla fuera en rama. Dudando en base a mi posible propia ignorancia, intuyo que el hecho de no parecerme una manzanilla en rama es que era una bota destinada a ese acto en la visita, por lo que debía tener mucho movimiento, motivo por el cual no presentaba "impurezas" propias de una manzanilla en rama - velo de flor - dentro de la copa. Una simple apreciación.

Por su parte, poca diferencia con la manzanilla anterior, quizás algo más larga en el recorrido en la boca, y a temperatura de bota. Hecho este último que despertó el rechazo de algún visitante, ya que estábamos en verano y la temperatura en bota del vino es ligeramente alta.

Mientras se cataba esa copa, Jorge no cesaba en su periplo poético y continuaba ofreciendo explicaciones con celeridad dada la obligación de ceñirse a un horario para la visita. Ataca con el "velo de flor" aprovechando la tesitura de la manzanilla en rama para ello, con poco acierto en el "teatro" ya que no se apreciaba dicho velo en la copa, pero con arte y acierto en sus explicaciones, muy dotadas de conocimiento. Con todo ello, ponía mucho hincapié en el terruño, en la albariza, como elemento clave de la composición organoléptica de los vinos de crianza biológica. Continuaba la explicación con la crianza oxidativa para dar paso a la siguiente copa de la cata, el Amontillado Napoleón, que debe su nombre a la buena relación comercial de la compañía con las tropas francesas.

Las tres siguientes copas se sirven en un espacio habilitado con botas jerezanas en forma de mesa, en las cuales quedábamos distribuidos los visitantes. Continuaba el periplo, la danza hablada de Víctor para acompañar la cata guiada con un acierto más que considerable. Amontillado Napoleón, de color ámbar profundo, brillante, amontillado al uso. De trago corto, largo recorrido y amplitud en boca. Amplio post gusto y ligeros toques a crianza biológica a modo de recuerdo de la manzanilla. Completo, avellanado y otoñal.

Seguimos con el oloroso. Oloroso Faraón. En este vino, Jorge, acerca al visitante a los tipos de prensa que se realizan con la uva palomino y a la selección de los mostos para dirigir hacia el oloroso. Nos encontramos con un oloroso de color caoba leve, de capa media-baja en este caso. Un oloroso muy fino en nariz, muy elegante. Oloroso tipo de Sanlúcar con tonos marcados a madera y con la apreciación tímida de frutos secos tostados. A la boca, madera consistente y, ahora sí, amplitud y ligereza; de boca completa sin ningún pico extraño.

Cream Alameda para continuar. Untuosidad en la copa, con un vino ahora de capa alta, que deja entrever su cantidad de azúcar al paso por el cristal. A la nariz, el recuerdo de lo que fue, la esencia de lo que es, y la expresión conjunta de un ensamblaje ideal, un perfecto vino de chimenea. Lucha el PX por hacerse paso entre el oloroso que sigue dejando su huella. Recorrido intenso y lento que se desliza por el paladar dejando notas a tofe, vainilla y café, tímidamente; la madera toma presencia. Retrogusto prolongado. Dulce pero completo.

Para terminar, como no, PX, Pedro Ximénez Triana. Llegamos al colofón de una intensa cata, de una más que generosa demostración del vino de Jerez en seis copas, cada una con su perfecta explicación. Tenemos ahora un vino totalmente opaco, de paso eterno por el cristal, que deja su rostro dibujado. En nariz toman presencia las notas a cacao intenso, el café acompaña a la madera y a un marcado matiz a vainilla. PX elegante, de trago largo y de paso lento, eterno. Elevada calidad para un vino que en sí mismo ya supone un postre. Gran colofón.

La jornada termina con esta copa, con el recuerdo de los seis generosos narrados - o mejor dicho, poetizados - por un guía al que le apasiona su trabajo, que se preocupa por que la experiencia sea completa y lúdica, y que lucha porque el vino de Jerez siga avanzando de la mano de estos locos que aún creemos que es un vino sin parangón en el panorama internacional. Visita muy completa, instalaciones muy cuidadas y, para los amantes, ganas de repetir, esta vez, con la visita nocturna de los VORS. Espero que así sea.

¡Salud y Jerez!

SherryMan 30/11/20

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